Coordinación de ética de las profesiones

Coordinación de éticas profesionales

La coordinación de ética de las profesiones, surge como respuesta a la demanda de los cursos de ética profesional que imparte el Departamento de Teología de la Sede de Coquimbo.
Es una instancia académica que permite potenciar el trabajo de los profesores que imparten dichas asignaturas.
Como también busca potenciar la formación ético moral declarada en el proyecto educativo de nuestra universidad.

Frentes de acción periodo 2008-2010:


1.- GESTIÓN


ACCIONES:
Coordinación con los jefes de carreras sobre los contenidos y metodologías de las éticas profesionales.
Contacto con otras unidades académicas que imparten ética profesional en la sede; Medicina, Escuela de Derecho.
Establecer red de apoyo con dichas unidades.
Recensión de programas de ética profesional de otras universidades.
Red de contacto con centros de ética.
Contacto y relación con instancias de servicios en el ámbito de la ética en la Universidad y en la Sede Coquimbo (Comité de Bioética).


2.- DOCENCIA:

ACCIONES:


Mejoramiento de las tics para las clases por medio de la creación de una pagina web institucional
Mejoramiento de bibliografía sobre temas de ética profesional.
Consolidación de equipo interdisciplinario.
Coordinación con los profesores de la asignatura
Incorporar metodologías interactivas: actividades en terreno, visita de profesionales, presencia de Colegios Profesionales (Asociaciones Gremiales), foros, talleres, etc

3.- ELABORACIONES (extra de la coordinación)

Trabajo en los programas de asignatura.
Formulación de programas en base a competencias.
Formulación de programas conforme al proyecto educativo UCN, los perfiles de egreso de las carreras…
Recensión de programas ética profesional de toda la UCN
Hacer investigación sobre ética de las profesiones.
Participar en proyectos relacionados con la temática.
Crear espacios que permitan hacer conciencia de la transversalidad de la formación ética de los futuros profesionales, involucrando a los jefes de carrera y académico de las demás disciplinas

miércoles, 7 de mayo de 2008

Sueldo Ético

Informe Ethos Nº 59 (2008)

El Centro de Ética de la Universidad Alberto Hurtado publicará periódicamente un breve Informe Ethos, ofreciendo una lectura ética de un tema de interés nacional para ayudar en el discernimiento de un juicio moral responsable con vistas a una acción coherente. Se adopta el método ignaciano del triple paso: experiencia (hecho) – reflexión (su comprensión e implicaciones) – acción (sugerencia de principios orientadores): una reflexión sobre la experiencia con miras a una acción consecuente.
1.- Los Informes Ethos (1) no pretenden agotar un tema como tampoco pronunciar una palabra conclusiva. La finalidad es presentar un breve escrito que introduzca elementos éticos, de inspiración cristiana, en el debate nacional sobre temas de interés público para apoyar la formación de un juicio ético correspondiente. Su propósito es poner de relieve la dimensión ética en la discusión sobre temas que inciden en la vida ciudadana y, directa o indirectamente, en cada miembro de la sociedad. En otras palabras, no se pretende pensar éticamente por otros sino estimular a otros para pensar éticamente.
1.- El hecho
1.- El 1 de agosto de 2007, Mons. Alejandro Goic Karmelic (Obispo de Rancagua), después de haber realizado un rol mediador en el conflicto de Codelco, llamó a analizar las escandalosas diferencias económicas que existen en el país, advirtiendo que en la ausencia de una mayor justicia social se pavimentará el camino inevitable al conflicto.

Por ello, hizo un llamado para un diálogo nacional sobre la deuda permanente con los más pobres de Chile. Si bien reconoció avances, constató que aún faltaba dar pasos.

2.- Así, lanzó la pregunta que remeció el país: ?Es posible vivir con un sueldo mínimo de $135.000 pesos? En consecuencia, Mons. Alejandro Goic propuso que el sueldo mínimo debería ser transformado en un sueldo ético, en el sentido de que todos los que puedan, no paguen el sueldo mínimo legal, sino que por lo menos éste alcance a los $250.000 pesos.

3.- Las reacciones, a favor y en contra, no se dejaron esperar y surgió un debate nacional, reflejado en todos los medios de comunicación social. El 23 de agosto del mismo ano, la Presidente Michelle Bachelet constituyó el Consejo Asesor Presidencial en Materias de Trabajo, Salario, Competitividad y Equidad Social: Hacia un Chile más justo,

conformado por 48 figuras públicas, con la tarea de preparar un informe final (marzo 2008) con propuestas concretas, que el Gobierno utilizaría como base para buscar “la forma de alcanzar la confluencia de voluntad de los diversos sectores políticos y sociales, con el propósito de dar origen a un Pacto Social por el Desarrollo”.
2.- La comprensión del hecho
4.- La relevancia y la comprensión de las palabras de Mons. Alejandro Goic exigen considerar la realidad del mundo del trabajo (el contexto) y el significado exacto de sus dichos (el texto). La Encuesta Casen 2006 del Ministerio de Planificación (MIDEPLAN) iluminaría el primer punto, mientras que su intervención en el Encuentro sobre Desigualdad Social, organizado por la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) y el Diario El Mercurio (24 de octubre de 2007), como también un discurso del mismo Mons. Alejandro Goic (18 de septiembre de 2007) explicarían el sentido exacto de sus afirmaciones.

5.- En la última Encuesta Casen (Caracterización Socioeconómica Nacional, 2006) se constata que el total de ocupados es de 6.578.325. De este total, el 75.7% (4.977.834) son asalariados y el 24.3% (1.600.491) son no asalariados. Ahora bien, el 16.2% (1.066.454) del total del mundo del trabajo gana menos o igual a un salario mínimo líquido, es decir, 108.000 pesos (se resta el 20% de 135.000 pesos para calcular el ingreso recibido, es decir, líquido). Además, el 52.7% (3.465.643) de los trabajadores gana menos del salario ético propuesto por Mons. Alejandro Goic 1.
Por consiguiente, resulta muy relevante la problemática propuesta por el Obispo porque afecta directamente a más de la mitad del mundo del trabajo.

6.- Durante el Encuentro sobre Desigualdad Social realizado en el mes de octubre, Mons. Alejandro Goic explica que la formulación de una cantidad concreta (250.000 pesos) era simbólica, ya que “si no hubiera dado una cifra, probablemente el debate no se hubiera puesto en el tapete”. Además, deja en claro que “soy observador de la realidad, no soy político ni economista… Soy un pastor que está cerca de la gente, que procura escuchar a la gente”2.
7.- El 18 de septiembre de 2007, en la Homilía pronunciada durante el Te Deum de Fiestas Patrias celebrada en la Catedral de Rancagua, Mons. Alejandro Goic toca el tema Por una Patria más equitativa. Por de pronto, llama la atención las dos citas bíblicas que encabezan la Homilía: He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto (cf. Ex 3, 1 – 12), y Denles ustedes de comer (cf. Mc 6, 31 – 44). En parte de la Homilía se explica el qué dijo sobre el sueldo ético y el por qué lo dijo.

8.- Como Pastor, explica Mons. Alejandro Goic, le corresponde sensibilizar sobre el desafío de la equidad y de mayor comunión, senalando la necesidad de un salario ético como un imperativo de justicia y una urgencia para la necesaria paz social. Es el mismo Evangelio que interpela la conciencia del ciudadano. Obviamente, no se dice una palabra “como técnicos en la materia, porque no lo somos”. Sin embargo, no deja indiferente el sufrimiento de tantos hombres y mujeres (trabajadores, jubilados, pensionados y montepiados) que no logran vivir con dignidad si no acceden a un ingreso que permita a una familia satisfacer sus necesidades básicas acordes con la naturaleza de quienes son hijos de Dios.

9.- “Al plantear este grave problema que, si bien aqueja al conjunto de nuestra sociedad, lo sufren los más pobres”, aclara el Prelado, “no somos más que el eco de la Palabra de Dios que nos interpela cuando dice: Miren, el salario de los obreros que segaron sus campos, y que no han pagad, está gritando, y los gritos de sus segadores han llegado a los oídos del Senor (Sant 5, 4)”. En la Doctrina Social de la Iglesia emerge con claridad la responsabilidad social de todos los católicos y el deber de los Pastores de proponerla a todos y de colaborar para que el conjunto de la sociedad de pasos de mayor justicia y fraternidad.
10.- ?Cómo puede alguien creer en Dios, comunión de amor del Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, si no se es obrero de la comunión entre los seres humanos y de éstos con Dios? Así, sostiene Mons. Alejandro Goic, “los creyentes en Jesucristo tenemos la misión de estar allí donde la común–unión en cualquiera de sus formas es amenazada y, por tanto, menoscabada la dignidad del ser humano. Allí es misión de la Iglesia defender esa dignidad humana y anunciar el designio de común–unión que Dios tiene para todos los hombres y mujeres”.
11.- En concreto, esto significa que “en ocasiones hemos tenido que hacerlo a causa de graves violaciones de los derechos humanos; en otras ocasiones cuando el derecho a la vida es amenazado, especialmente en los más pequenos e indefensos a causa del aborto; en otras, cuando hay políticas públicas que debilitan a la familia o no contribuyen a una real educación de ninos y jóvenes. Del mismo modo, nuestro llamado a todos los sectores de la sociedad a buscar un salario ético se inserta en esta corriente de promoción de la dignidad humana que anima al designio de comunión entre Dios y los hombres”.

12.- El respeto por la dignidad de todas las personas implica necesariamente una mejor distribución de los bienes, asegurando un salario justo. “En realidad, y sin eufemismos”, afirma el Prelado”, “!lo mínimo para que un salario sea mínimo es que sea ético, si no es así significa que estamos viviendo en una sociedad inmoral!” No es correcto resignarse a aceptar la inequidad y la injusticia social como simples datos de la realidad. No se puede separar la ética de la vida ni de la economía.

13.- La propuesta de un salario ético se sitúa en el contexto más amplio de considerar al país como una patria para todos. Este desafío exige repensar, desde la responsabilidad ética que corresponde a cada uno, qué tipo de sociedad se desea vivir, qué tipo de desarrollo se busca, qué tipo de crecimiento se anhela, qué tipo de empresas se pretende desarrollar, qué tipo de conocimientos se desea promover, qué tipo de vida política y de políticos se aspira, qué modo de relacionarse se quiere cultivar; en una palabra, qué Chile se desea vivir y qué futuro entregar a las próximas generaciones.

14.- “En el Evangelio”, concluye Mons. Alejando Goic, “se nos recuerda que en medio de los complejos desafíos de la historia, el Senor nos hace responsables de las situaciones, asegurando su presencia, pero invitándonos a actuar nosotros. En realidad, la situación de los discípulos era casi desesperada: cómo alimentar a una multitud en un lugar despoblado y sin medios suficientes para ello. La respuesta de Jesús es un desafío a la libertad y responsabilidad de los discípulos: denles ustedes de comer (Mc 6, 37)”.
3.- Implicaciones éticas
15.- La preocupación y las palabras de Mons. Alejandro Goic no sólo reflejan fielmente el pensamiento social de la Iglesia, sino se insertan dentro de la corriente de la tradición eclesial del episcopado chileno. Así, ya en 1937 se encuentra una Carta Pastoral del Episcopado Chileno sobre El justo salario (15 de enero de 1937)3. Esta Pastoral de los Obispos Chilenos recoge las ensenanzas de las primeras dos encíclicas sociales:
León XIII, Rerum Novarum (15 de mayo de 1891), y Pío XI, Quadragesimo Anno (15 de mayo de 1931).

16.- “Siguiendo el ejemplo del Maestro Divino”, comienza la Carta Pastoral, “lleno de compasión por las muchedumbres que lo escuchaban, y marchando sobre las huellas de Nuestra Santa Madre la Iglesia, que en diecinueve siglos de existencia ha dedicado preferente atención a todos los que padecen en este mundo, los Obispos Chilenos no podemos, venerables hermanos en el sacerdocio y amados hijos todos en el Senor, mirar sin profunda angustia la penosa situación creada a una parte numerosa de la porción predilecta de Cristo, de los pobres, de los obreros, que en tan gran número padecen aquella inmerecida miseria”.
17.- Esta miserable condición “en parte, se debe a los mismos obreros, que aprovechan mal el dinero que ganan”; pero, “asimismo, hemos de reconocer con dolor que la triste condición de los obreros resulta, en muchas ocasiones, del proceder de los que se aprovechan de su trabajo”.

18.- Los obispos recuerdan que el régimen del salario no es en sí injusto. Sin embargo, la justicia del salario no depende del simple acuerdo entre el patrón y el obrero. “Efectivamente, sustentar la vida es deber común a todos y a cada uno y faltar a ese deber es un crimen. De aquí necesariamente nace el derecho de procurarse aquellas cosas que son necesarias para sustentar la vida; estas cosas no las hallan los pobres sino ganando un jornal con su trabajo. Por consiguiente, aún concedido que el obrero y su amo convienen libremente en algo y particularmente en la cantidad del salario, queda, sin embargo, una cosa que dimana de la justicia natural y que es de más peso y anterior a la libre voluntad de los que hacen el contrato, y es ésta: que e1 salario no debe ser insuficiente para la sustentación de un obrero frugal y de buenas costumbres. Y si acaeciese alguna vez que el obrero, obligado por la necesidad y movido por el miedo de un mal mayor, aceptase una condición más dura y, aunque no lo quisiera, la tuviese que aceptar por imponérsela el amo o el contratista, sería eso hacerle violencia, y contra esa violencia reclama la justicia”.
19.- Ahora bien, para determinar la cuantía del justo salario hay que atender al carácter individual y social del trabajo. Por consiguiente, por una parte, “hay que dar al obrero una remuneración que sea suficiente para su propia sustentación y la de su familia”. Por otra, “atender a la situación de la empresa y del patrón”, ya que sería injusto pedir salarios desmedidos que la empresa no pudiera soportar.

20.- Una tercera condición para determinar la cuantía del justo salario es la atención al bien común, o al bien público económico. El principio del bien común exige que obreros y empleados, mediante el ahorro, lleguen a formarse un modesto capital; que se evite la ruina de las empresas que dan trabajo a los obreros; que todos los que deben y pueden trabajar tengan trabajo para sustentarse y que, por lo mismo, se eviten los salarios insuficientes y también los demasiado elevados que dejarían sin trabajo a los obreros; y que se procure establecer una justa proporción entre los salarios y los precios de venta de las distintas industrias.
21.- Establecidos los principios generales, se pasa, en la Segunda Parte de la Carta Pastoral, a explicitar algunos medios para asegurar un salario justo. Así, se plantea la pregunta por el quién debe satisfacer el derecho del obrero de ganar el justo salario. “Por justicia estricta, que cuando es violada, obliga a la restitución, lo debe pagar el patrón o empresario, al menos en la parte equivalente al servicio prestado por el obrero… A él también le toca, cuando le es posible, dar el salario suficiente para la familia: pero si alguna vez no le fuera posible, a la sociedad le tocará proveer, porque, al menos, es obra de justicia social; pues el obrero, con su trabajo, no sólo beneficia al patrón, sino también a la sociedad y ésta tiene sumo interés en la familia del obrero, que la provee y proveerá de labradores de sus riquezas y bienestar”.
22.- También se establece la responsabilidad del Estado con relación al salario justo. “Por lo que toca a la intervención del Estado, según las ensenanzas Pontificias, fundadas en la recta razón y en la fe, debe tener por fin y medida el bien común, objeto propio de la Autoridad Civil… Ahora bien: es parte tan esencial de ese bien común el bienestar de los obreros y con él la paz, el orden y el bienestar de todo el cuerpo social, que los Sumos Pontífices declaran repetidas veces que a la Autoridad Civil le toca cuidar especialmente a los pobres, de que tengan el justo salario, y de que se establezca un régimen social en que se les asegure una justa participación en las riquezas que contribuyen a producir… Aunque en la protección de los derechos de los particulares débense tener en cuenta principalmente los de la clase ínfima y pobre; porque la clase de los ricos, como que se puede defender con sus propios recursos, necesita menos del amparo de la pública autoridad; el pobre pueblo, como que carece de medios propios con qué defenderse, tiene que apoyarse grandemente en el patrocinio del Estado (cf. R.N. 57). Por consiguiente, es no sólo derecho, sino deber del Estado proveer con prudente legislación que al obrero se le garantice una justa retribución para satisfacer sus necesidades individuales y familiares, espirituales y temporales”.
23.- La responsabilidad de los empleadores consiste en “esforzarse en cumplir para con sus obreros o empleados, en cuanto les sea posible, además de los deberes de estricta justicia, los de justicia y caridad sociales”. También se senala la responsabilidad del trabajador. “Los obreros, por su parte, procuren emplear bien su dinero, en satisfacer las necesidades de la familia y propias, según su condición, empenándose, al mismo tiempo, en hacer que les permitan mirar con tranquilidad su porvenir y el de sus hijos… También los obreros han de estar penetrados de espíritu de justicia y de caridad, cumpliendo bien, a conciencia, sus contratos y considerando en sus exigencias las posibilidades razonables y justas con que se les podrá atender, sobre todo cuando, como a tantos sucede en los tiempos de crisis, se paraliza el comercio y se perturban o paralizan también las industrias y a los empresarios amenaza la ruina, con la cesantía consiguiente para los mismos obreros y empleados”.
24.- A la Iglesia le corresponde “en primer lugar, ensenar los principios religiosos y morales a que se ha de ajustar la actividad social pública y privada, de los patrones y de los obreros, y, en seguida, juzgar si esas actividades, instituciones o leyes, son o no conformes a los principios que ensena”.

25.- Los obispos terminan con un llamado a los católicos: “Ojalá, amados hijos en el Senor, no hubiera en nuestra querida Patria uno sólo de esos patrones o empresarios que se llaman católicos y que, sin embargo, en sus relaciones con sus trabajadores, se portan como paganos”. Y, recurriendo a las palabras de Pío XI, insisten: “Hay, además, quienes abusan de la misma Religión y se cubren con su nombre en sus exacciones injustas, para defenderse de las reclamaciones completamente justas de los obreros. No cesaremos nunca de condenar semejante conducta; esos hombres son la causa de que la Iglesia inmerecidamente, haya podido tener la apariencia y ser acusada de inclinarse de parte de los ricos, sin conmoverse ante las necesidades y estrecheces de quienes se encontraban como desheredados de su parte de bienestar en esta vida” (Quadragesimo Anno, No 125).
26.- También se dirigen a los sacerdotes recordándoles su responsabilidad en “dar a conocer las ensenanzas de la Santa Iglesia sobre las relaciones del capital con el trabajo, sobre todo en lo tocante al salario, y con ello se disiparán os prejuicios que la ignorancia o la calumnia han hecho nacer en el pueblo contra la Iglesia y contra el Clero, como si fuéramos defensores de las injusticias de los ricos para con los pobres, o quizás, a veces también, de pretensiones injustas del trabajo contra el capital… Y si alguna preferencia hemos de tener, ella ha de ser por los pobres y desvalidos, como la tuvo el Senor, por lo mismo que son los más necesitados”.


4.- Implicaciones éticas
27.- La importancia del sueldo como fuente de ingreso para muchas familias resulta evidente. “El empleo es el vínculo más importante entre el desarrollo económico y el desarrollo social”, constata un estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Naciones Unidas), “por ser la principal fuente de ingreso de los hogares, alrededor del 80% del total en nuestra región. Las posibilidades de acceder a él, la retribución, la cobertura y la protección social de los trabajadores inciden en forma decisiva en el nivel y la distribución del bienestar material de la población. Por lo tanto, la exclusión y la segmentación social derivados de la falta de acceso a empleos de calidad son factores determinantes de la pobreza y de las desigualdades sociales que se reproducen a lo largo del tiempo y que se expresan en la elevada y persistente concentración del ingreso prevaleciente en la región”4.

28.- San Alberto Hurtado resume el pensamiento social de la Iglesia con respecto al salario justo en cinco puntos: (a) que baste a las necesidades del trabajador y su familia; (b) que responda al valor técnico del trabajo; (c) que refleje la situación económica del momento; (d) que guarde proporción con el estado de la empresa; y (e) que tenga en cuenta las exigencias del bien común. Así, “la retribución del trabajo debe tener como límite mínimo las necesidades del trabajador y su familia; como límite máximo, las posibilidades económicas de la empresa; como regla que lo regule, las exigencias del bien común; como alternativas de fluctuación, la preparación técnica del trabajador y las condiciones económicas del momento”5.
29.- Con Juan Pablo II, el tema del trabajo llega a ocupar un lugar central en el pensamiento social de la Iglesia. “El trabajo humano es una clave, quizás la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien de la persona humana”, adquiriendo “una importancia fundamental y decisiva”6. Tanto es así que “la justicia de un sistema
socio-económico y, en todo caso, su justo funcionamiento merecen en definitiva ser valorados según el modo como se remunera justamente el trabajo humano dentro de tal sistema”, porque “el salario, es decir, la remuneración del trabajo, sigue siendo una vía concreta a través de la cual la gran mayoría de las personas puede acceder a los bienes que están destinados al uso común”7.
30.- No se trata tan sólo de un principio de justicia social, sino la clave está en su fundamentación antropológica. La dimensión subjetiva del trabajo condiciona la misma esencia ética del trabajo, porque “quien lo lleva a cabo es una persona humana”. “Esta verdad, que constituye en cierto sentido el meollo fundamental y perenne de la doctrina cristiana sobre el trabajo humano, ha tenido y sigue teniendo un significado primordial en la formulación de los importantes problemas sociales que han interesado épocas enteras”8.
31.- En el Nuevo Testamento se afirma dos veces: El trabajador tiene derecho a su salario (Lc 10, 7; 1 Tim 5, 18). Esta preocupación se encuentra en las primeras páginas de la Sagrada Escritura: “No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que reside dentro de tus puertas. Le darás cada día su salario, sin dejar que el sol se ponga sobre esta deuda; porque es pobre, y para vivir necesita de su salario. Así no apelará por ello a Yahvéh contra ti, y no te cargarás con un pecado” (Dt 24, 14 – 15). Es que el salario es, para la gran mayoría, condición de calidad de vida (alimentación, vivienda, educación), de dignidad (auto-respeto y reconocimiento social), y de realización personal y familiar (posibilidad de proyección).

32.- El auténtico progreso de un país, en el pensamiento social de la Iglesia, “no se mide exclusivamente por la cantidad de bienes producidos, sino también teniendo en cuenta el modo en que son producidos y el grado de equidad en la distribución de la renta, que debería permitir a todos disponer de lo necesario para el desarrollo y perfeccionamiento de la propia persona”9. La implementación de un salario justo hace, en verdad, de la sociedad una auténtica patria para todos y todas.


Notas

1 Cf. Centro de Estudios INFOCAP, septiembre 2007.

2 Diario El Mercurio, Sección Economía y Negocios, 24 de octubre de 2007, B9.

3 La Pastoral fue publicada por la Editorial Splendor. En ella se remite a otros documentos eclesiales anteriores: “El Episcopado Chileno, en cumplimiento de su sagrada misión, ha tratado de corregir ese mal en nuestro país, no sólo publicando las Encíclicas Pontificias y con actos individuales, como lo hizo en hermosa Pastoral de 1891 el Rvdmo. Arzobispo de Santiago, Monsenor Mariano Casanova, de feliz memoria, sino también en forma colectiva, como lo hemos hecho en nuestra Pastoral del 8 de septiembre de 1932 sobre La Verdadera y Única Solución de la Cuestión Social, en la cual hemos ensenado la doctrina de la Santa Iglesia sobre el justo salario y sobre la justicia y la caridad sociales, sin las cuales será inútil todo esfue rzo para conseguir la paz y la felicidad del mundo”.

4 CEPAL, Cohesión Social: inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe (Síntesis), (Santiago: Naciones Unidas, 2007), pp. 49 - 50. En la cita reproducida se hace referencia al estudio de la CEPAL: Equidad, desarrollo y ciudadanía, (Santiago, 2000).

5 Alberto Hurtado s.j., Moral Social (Obra póstuma), (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2004), p. 248. Cf. también pp. 63 – 65 y 241 –
249. Tres son las exigencias del bien común: (a) que los trabajadores puedan formarse un modesto patrimonio; (b) que los salarios se regulen de tal manera que el mayor número de trabajadores pueda emplear su actividad productiva (es decir, que los salarios no sean ni demasiado reducidos ni extraordinariamente elevados); y (c) que exista un cierto equilibrio entre las varias profesiones de la sociedad (entre los salarios de las varias categorías profesionales; entre los precios de los productos y servicios de las distintas ramas productivas; entre los salarios y los precios de las diferentes actividades económicas). Cf. p. 247.

6 Juan Pablo II, Laborem Exercens, (14 de septiembre de 1981), No 3.

7 Juan Pablo II, Laborem Exercens, (14 de septiembre de 1981), No 19.

8 Juan Pablo II, Laborem Exercens, (14 de septiembre de 1981), No 6.

9 Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 2004, No 303.

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