Coordinación de ética de las profesiones

Coordinación de éticas profesionales

La coordinación de ética de las profesiones, surge como respuesta a la demanda de los cursos de ética profesional que imparte el Departamento de Teología de la Sede de Coquimbo.
Es una instancia académica que permite potenciar el trabajo de los profesores que imparten dichas asignaturas.
Como también busca potenciar la formación ético moral declarada en el proyecto educativo de nuestra universidad.

Frentes de acción periodo 2008-2010:


1.- GESTIÓN


ACCIONES:
Coordinación con los jefes de carreras sobre los contenidos y metodologías de las éticas profesionales.
Contacto con otras unidades académicas que imparten ética profesional en la sede; Medicina, Escuela de Derecho.
Establecer red de apoyo con dichas unidades.
Recensión de programas de ética profesional de otras universidades.
Red de contacto con centros de ética.
Contacto y relación con instancias de servicios en el ámbito de la ética en la Universidad y en la Sede Coquimbo (Comité de Bioética).


2.- DOCENCIA:

ACCIONES:


Mejoramiento de las tics para las clases por medio de la creación de una pagina web institucional
Mejoramiento de bibliografía sobre temas de ética profesional.
Consolidación de equipo interdisciplinario.
Coordinación con los profesores de la asignatura
Incorporar metodologías interactivas: actividades en terreno, visita de profesionales, presencia de Colegios Profesionales (Asociaciones Gremiales), foros, talleres, etc

3.- ELABORACIONES (extra de la coordinación)

Trabajo en los programas de asignatura.
Formulación de programas en base a competencias.
Formulación de programas conforme al proyecto educativo UCN, los perfiles de egreso de las carreras…
Recensión de programas ética profesional de toda la UCN
Hacer investigación sobre ética de las profesiones.
Participar en proyectos relacionados con la temática.
Crear espacios que permitan hacer conciencia de la transversalidad de la formación ética de los futuros profesionales, involucrando a los jefes de carrera y académico de las demás disciplinas

lunes, 7 de abril de 2008

LAS DIFERENTES TEORIAS O CONCEPCIONES ETICAS

Omar França-Tarragó
Introducción a la Etica Profesional
Montevideo: UCU:Biblioteca virtual de Etica, 2002.


II. LOS REFERENCIALES ETICOS JUSTIFICADOS RACIONALMENTE

Habiendo expuesto en el numeral I el concepto global de lo que entendemos por Etica fundamental, Especial y Profesional, corresponde ahora desarrollar con más detalle cuales son los referenciales "objetivos" desde los que seremos capaces de evaluar las conductas humanas en general, y en particular, aquella conducta que se da en la interrelación profesional-persona

Como habremos de ver en lo que enseguida exponemos, no existe una única concepción ética universalmente aceptada, sino diversas teorías o sistemas coherentes de pensamiento ético. Cada uno de estos sistemas de justificación racional de la ética y la moralidad, tiene su propia lógica de fundamentación. No pretendemos hacer aquí una fundamentación general de la ética personalista -que es la concepción en la que nos situamos- sino solamente introducir al lector en los fundamentos teóricos básicos que le posibiliten tener aquellos instrumentos de argumentación con los cuales valorar la realidad de la conducta moral. Sin ellos, todo sería un mero intercambio de opiniones o de emociones sin ninguna posibilidad de decidirnos sobre lo que es "correcto" "bueno" o "ideal" para el ser humano.

Contrariamente a lo que acabamos de afirmar, no es infrecuente encontrar personas que -sin formación ética- opinan espontáneamente que las convicciones morales son un asunto "subjetivo". Con esto quieren dar a entender que todo acto verdaderamente moral depende únicamente de una opinión íntima y de una experiencia intransferible acerca de aquello que "vale la pena" en la vida. Esta forma espontánea de pensar no es sin embargo novedosa sino que se inserta en una teoría ética determinada, a la que podríamos llamar emotivismo, que niega la existencia de los principios universales y que afirma que todo es cuestión de preferencias arbitrarias y pasajeras. Así como el Emotivismo y el Personalismo son teorías éticas con importantes diferencias mutuas, existen otras tantas concepciones éticas a las que iremos exponiendo de forma somera en lo que sigue.

Para facilitar al lector la ardua tarea de percibir las diferentes formas de razonar éticamente, así como aquellos puntos de referencia a partir de los cuales es posible intentar una valoración de la interrelación humana, desarrollaremos los diversos niveles del discurso ético. Empezaremos por desarrollar cual es el Valor ético último o máximo al que siempre tendríamos que defender en cualquier comportamiento ético; luego analizaremos cuales son los Principios universalmente válidos que son capaces de vehicular o canalizar a ese valor, y por último cuales son las normas éticas fundamentales que hacen de punto de contacto entre lo que es la aspiración ética del ser humano, y la realidad concreta de la acción humana.




1. NIVELES EN EL DISCURSO ETICO

Es frecuente que cuando se trata de los asuntos morales exista una confusión entre lo que son los juicios morales frente a determinados comportamientos humanos, las normas instrumentales, los principios universales, y los valores éticos.

De ahí que sea necesario señalar los diferentes planos o componentes del discurso ético , para evitar ambigüedades y saber a lo que nos referimos, cada vez que intentamos hacer una argumentación ética:

1º. Los valores éticos son aquellas formas de ser o de comportarse, que por configurar lo que el hombre aspira para su propia plenificación y/o la del género humano, se vuelven objetos de su deseo más irrenunciable; a los que el hombre busca en toda circunstancia porque considera que sin ellos, se frustraría como tal. Los valores, en cuanto éticos, son anhelados y buscados en su praxis, y el hombre tiende racionalmente hacia ellos, sin que nadie se los imponga. Los valores éticos son muy diversos. No todos tienen la misma jerarquía y con frecuencia entran en conflicto entre sí, de ahí que haya que buscar forma eficaces de resolver esos dilemas. Así, por ejemplo, no tiene la misma importancia el valor "conservar la vida" que el valor "tener placer". Para poder resolver esos conflictos es imprescindible saber cual es el Valor ético "último" o "máximo", aquel valor innegociable y siempre merecedor de ser buscado en cualquier ocasión. Toda teoría ética tiene un valor ético supremo o último, que hace de referencia ineludible y sirve para juzgar y relativizar a todos los demás valores, como si fuese un patrón de medida.

2º. Los principios morales. Son imperativo categórico justificables como válido por la razón humana para todo tiempo y espacio (universalmente válidos). Son orientaciones o guías para que la razón humana pueda saber cómo se puede concretar el valor ético último. Afirmar que "toda persona es digna de respeto" es formular un Principio que instrumenta el valor supremo que es la "Persona humana"; y a su vez hace de fundamento para la norma categorial de "no matar al inocente" o de "no mentir". Cuando se asienta el principio de que "toda persona es digna de respeto en su autonomía" se está diciendo que ese es un imperativo ético para todo hombre en cualquier circunstancia, no porque lo imponga la autoridad, sino porque la razón humana lo percibe como evidentemente válido en sí mismo. Considerar que una persona pueda no ser considerada digna de respeto parecería que es contradictorio con el valor libertad que parece tan esencial a la naturaleza humana.

Desde nuestro punto de vista, en las relaciones interpersonales que es el tipo de relacionalidad típica del profesional, consideramos que los principios morales fundamentales son el de Autonomía, el de Beneficencia y el de Equidad a los que luego trataremos con mayor detalle.

3º. Las normas morales básicas. Son aquellas prescripciones que establecen qué acciones de una cierta clase deben o no deben hacerse para concretar en la realidad, a los principios. Las normas pueden ser de carácter fundamental o de caracter particular. Pueden considerarse normas fundamentales aquellas que son condición ineludible en cualquier interrelación interpersonal. En este sentido estaría la norma fundamental de veracidad, de fidelidad a los acuerdos o promesas, y de confidencialidad a las que más abajo analizaremos pormenorizadamente. Por el contrario normas particulares son aquellas que sólo tienen aplicación en ciertas circunstancias.

4º. Se consideran juicios (éticos) particulares a aquellas valoraciones concretas que hace un individuo, grupo o sociedad cuando -razonando éticamente- compara lo que sucede en los comportamientos históricos, con su aspiración de que se concreten en la realidad aquellos valores, principios o normas fundamentales que se consideran imperativos ineludibles para la plenificación del hombre. Tanto la norma de veracidad, como el principio de respeto por la autonomía (que implica defender la vida), son formales, es decir, no permiten saber cuándo en realidad alguien está siendo culpable de mentir o de matar. En cambio se trata de un juicio valorativo particular aquel que emite la razón del hombre cuando -teniendo en cuenta los datos que le proporcionan las ciencias y su experiencia espontánea confrontada intersubjetivamente-, llega a juzgar, por ejemplo: "el aborto es matar a un inocente" o "es mentira decirle que se curará a un desauciado".

Todo razonamiento ético, sea o no consciente, culmina en afirmaciones que tienen de una u otra manera al verbo ser como cópula de una frase con sujeto y predicado, tal como lo hemos mostrado en los ejemplos anteriores. De hecho, todas las reivindicaciones sociales políticas o religiosas tienen como base un diagnóstico, -un juicio concreto- de cómo un valor está siendo violado o menospreciado en la realidad. Si un sindicato reivindica sus salarios es porque en última instancia está juzgando: "este salario es indigno de lo que nos merecemos como personas que trabajan y tienen que vivir".

Podríamos esquematizar estos diversos planos, de la siguiente manera :

4. valores éticos
Son las aspiraciones ideales que el ser humano busca con su conducta en la historia. Todos sistema de pensamiento moral tiene un valor ético que podríamos decir supremo, máximo o último, que hace de regla para juzgar a los demás. Ej. de valores: la verdad, la vida, la persona, el amor, la justicia, etc.

3. principios
Son afirmaciones universales que expresan cómo se puede defender al Valor ético último y hacen de fundamento a las normas. Ej. toda persona merece ser respetada

2. normas éticas
prescribe aquellos caminos o vías para que el valor y los principios se
concreten en una determinada situación. Ej. no mentir

1. juicios particulares
frente a una determinada situación, las "creencias" respecto a los hechos llevan a juicios "éticos"
Ej. ocultar esta afirmación es mentir.






2. DIVERSAS CONCEPCIONES SOBRE EL VALOR MAXIMO DE REFERENCIA

Podríamos definir a los valores éticos como los puntos de referencia -a la vez racionales y vivenciales- que son percibidos por el hombre como las metas u objetivos "correctos" que merecen buscarse en toda acción humana. El valor ético se autopresenta a sí mismo como valioso en la medida que es deseable por el hombre no solo para sí mismo, sino para todo el género humano. Son indemostrables tanto empírica como racionalmente. Motivan por sí mismo a la voluntad del hombre, que se siente atraído por ellos, no por obligación, sino como algo deseable para poder realizarse como tal en la existencia.

En ese sentido, son valores éticos básicos la libertad, la vida, la justicia, la verdad, la fidelidad, etc. Los hombres de todos los tiempos han visto en ellos algo muy preciado y defendible, aún cuando los han interpretado de muy diversas maneras, y en muchos casos, de forma contradictoria.

Pero el punto realmente decisivo, no es tanto saber que existen los valores, -ya sea en abstracto, intuitivamente percibidos o concretamente defendidos por las leyes de los países- sino poder saber cual es el valor ético máximo es decir aquel valor que hace de punto de referencia último y que permite jerarquizar a todos los demás valores éticos, es decir, ordenarlos en niveles de prioridad. De otra manera no sería posible decidirnos cuando hay conflictos de valores en la praxis histórica del hombre viviendo en sociedad. La reflexión ética de todos los tiempos ha sido siempre el intento por descubrir y circunscribir ese valor ético último innegociable, irrenunciable, inintercambiable, al mismo tiempo que buscar formas de concretarlo en la historia.

Si ese ha sido el intento todavía inacabado de la reflexión ética de todos los tiempos, no vamos nosotros a concluir lo que es todavía una tarea pendiente. Sin embargo sí tiene sentido que expongamos cuales siguen siendo hoy las distintas perspectivas de aproximación al Valor último, o dicho en otras palabras, cuales han sido a lo largo de la historia y en el debate contemporáneo las distintas teorías éticas sobre el valor último. Eso nos permitirá ver mejor al final del recorrido, cual es la concepción del personalismo ético que es la perspectiva que yo asumo como propia y desde la que fundamentaré esta propuesta de reflexión ética.

Para esto, haremos una síntesis de las diversas teorías éticas sobre el valor tal como se han ido dando a lo largo de la historia, primero teniendo en cuenta el método que propugnan para la ética y segundo, teniendo en cuenta la definición o el conecepto que proponen sobre cual es el valor moral máximo.

Luego, expondremos cuales son las principales teorías éticas que están en pugna en el debate moral contemporáneo





A. CLASIFICACION DE LAS DIVERSAS TEORIAS ETICAS

Si consideramos la definición o contenido formal de lo que consideran el Valor máximo, las distintas concepciones éticas pueden dividirse en dos grupos fundamentales: las teorías de la satisfacción y las de la excelencia. Tengase en cuenta, que todo intento de esquematización implica de alguna manera simplificar lo que las distintas corrientes postulan. Sin embargo, un esquema tiene la ventaja de poder brindar una visión de conjunto que permite al lector que se inicia en la ética, tener una idea somera de la diversidad de opiniones en este campo.

1. Teorías de la satisfacción.

También llamadas "éticas del bien", éticas consecuencialistas o teleológicas. Tienen en común que todas, -de una u otra manera- consideran que lo decisivo para que el ser humano escoja los valores éticos, es la mayor cantidad de consecuencias favorables, en cuanto a satisfacción de los deseos se refiere, que tienen aquellos comportamientos o normas de conducta que se adopten. Conciben la ética como una reflexión (o teoría) sobre la satisfacción de los deseos del hombre. De forma un poco simplificada, podríamos decir que todas coinciden en afirmar que es bueno aquel objeto del deseo, permanente y sin coacción que le ocasiona bienestar.

1A. Eticas libertarias de tipo individualista
Comparten la idea de que el objeto del deseo ético es individual y que la libertad consiste en poder satisfacerlo.
Entre ellas tenemos al:

1A1. Emotivismo: Hume, Ayer, Stevenson. El presupuesto básico de esta corriente (sobre la que más abajo abundaremos más) es que no existe ninguna referencia ética que trascienda el propio individuo: lo único que vale es el interés de cada uno. La convivencia es algo que tenemos que aceptar en la medida que "nos satisface" o rechazar en la medidda que "nos molesta". Pese a que la vida social requiere necesariamente ciertas limitaciones "soportables", éstas deberían ser las mínimas necesarias para que cada individuo pueda realizar su propia conducta moral privada. Las éticas "postmodernas" son, en esencia, un gajo del emotivismo

* ETICAS
CONSECUENCIALISTAS
 LIBERTARIAS INDIVIDUALISTAS

EMOTIVIMOS
ESPONTANEISMO VITALISTA
HEDONISMO
DECICIONISMO O PREFERENCIALISMOS

 LIBERTARIAS DE ORIENTACION
SOCIAL
UTILITARISMOS
PRAGMATISMO Y SOCIOLOGISMO
MARXISMO
ALTRUISMO
POSITIVISMO O LEGALISMO

 ETICAS DE LA EXCELENCIA
ARISTOTELISMOS
IUSNATURALISMO TOMISTA
FORMALISMO KANTIANO
- etica del discurso
DEONTOLOGISMOS PERSONALISMTAS
- etica de los valores
1.A.2. Espontaneismo vitalista: Nietzsche es el principal representante de esta corriente. Su afirmación básica es que la ética no depende de reglas sino que es "fabricada" por el instinto de poder que tiene el hombre y su tendencia a ejercer el dominio sobre los demás. No hay límites a este instinto. El hombre tiene la "obligación" de buscar la realización de esta espontaneidad vital sin que nada se lo impida.

1A.3. Epicureísmo y hedonismo. Así formula Epicuro la ética hedonista o del placer:
"el principio y la raíz de todo bien es el placer del vientre...No sé qué idea me forjaría acerca del bien... si suprimiese los placeres del beber y del comer, del oído y de la vista y los de Venus".
Una versión más refinada del placer es la de Bentham y, en cierto sentido, Fernando Savater.

1A.4. Decisionismo: Hare considera que toda conclusión de valor exige premisas de valor y que los principios morales no se adquieren por medios cognitivos ni son autoevidentes. Son las decisiones libres de cada uno las que hacen que uno valore una cosa y no otra. Sin embargo Hare acepta que esa preferencia no es completamente irracional ya que elejimos ciertos principios y los propugnamos para los demás porque estamos convencidos que siguiéndolos podemos tener una vida más acorde con nuestros deseos. De alguna manera Hare propugna que se trata de elegir principios que satisfagan los deseos de todos. Por eso hay que saber aprovechar los principios morales del pasado, porque muestran una experiencia acumulada de siglos, pero hay que cambiarlos si se ve que ya no satisfacen los deseos del presente. Para Har, no hay -evidentemente- principios universales.


1B. Eticas de la convivencia social armónica. El rasgo que tienen en común es la eminencia que le dan a la ponderación de las consecuencias que acrecienten la armonía social o que lleven a la eliminación del conflicto. En ese sentido consideran que es valor ético todo aquello que ayude a la convivencia social mutuamente satisfactoria, que sea la menos conflictiva o que más acuerdo social genere.

Entre ellas tenemos al:

1B.1. Pragmatismo: James, y la versión "sociologista" de Durkheim y Levy-Bruhl Es bueno lo que históricamente se ve que da resultado positivo porque disminuye el delito y mejora la convivencia

ES BUENO...

1. "LO QUE SIRVE LOS INTERESES DE INDIVIDUOS, GRUPOS O SOCIEDADES" (EMOTIVISMO SOCIOLOGISTA, MARXISMO)

2. "LO QUE ESTA DE ACUERDO CON "LA REGLA DE ORO": EL BIEN QUE QUIERES PARA TI, HAZLO A OTROS"
(ALTRUISMO)

3. "LO QUE ES SOCIOLOGICAMENTE MAYORITARIO EN LA SOCIEDAD"
(SOCIOLOGISMO O POSITIVISMO LEGAL)

4. "LO QUE HACE BIEN AL MAYOR NUMERO DE PERSONAS"
(UTILITARISMO)

5. "LO QUE INDICAN LOS SENTIMIENTOS DE CADA UNO"
(EMOTIVISMO INDIVIDUALISTA)

6. "LO QUE PUEDE JUSTIFICARSE RACIONALMENTE COMO UNIVERSALMENTE VÁLIDO"
(ARISTOTELISMO, TOMISMO, KANTISMO, ETICA COMUNICATIVA, ETC)

7. "LO QUE DIOS HA REVELADO A LOS HOMBRES"
(ETICA TEO-NOMA)

1B.2. Altruismo: Adam Smith. La base de la moral es la simpatía por los semejantes. Para Smith y su psicologismo altruista, el valor y el contenido de la conciencia moral se derivarían de un sentimiento de simpatía. Este sería el sentimiento moral básico que haría que desaprobemos ciertas acciones y abrogemos otras. Las reglas morales son pues una generalización de sentimientos de simpatía por ciertas acciones que se encuentra en la interacción social hasta llegar al consenso. Se daría un proceso como el siguiente: 1. hago un acto, el otro lo aprueba (simpatía); apruebo su aprobación (simpatizo con su simpatía), y este es el juicio moral de aprobación referente a mi propio acto; el otro desaprueba mi acto (antipatía), apruebo esta desaprobación (o simpatizo con esta antipatía) y es el juicio moral de desaprobación de mi acto . El juicio moral que concierne a mi acción es una simpatía que pasa por la simpatía del otro, es decir, es altruista.. Y dentro de estos, tenemos al Altruísmo evolucionista que considera que "bueno" es lo que favorece la conservación de la especie (Spencer).

B.3. Marxismo: postula que "bueno" es lo que permite construir la sociedad sin clases o lo que respeta la estabilidad de la sociedad sin diferencias socioeconómicas.

1B.4. Utilitarismo: Stuart Mill, Toulmin. El lema del utilitarismo (al que expondremos más abajo en detalle) es: "la mayor útilidad para el mayor número".

1B.5. Positivismo o legalismo: su lema es que lo "bueno" es lo que está mandado por la ley. Si existe una ley legítimamente establecida por los representantes del pueblo democráticamente elegidos eso es lo que hay que cumplir para poder convivir socialmente. Más allá que la "verdad" encontrada por los representantes elegidos, no es posible.

2. Teorías de la excelencia (o de la perfección). Se pueden incluyen aquí tanto las llamadas éticas deontológicas como las teleo-lógicas o de la finalidad del ser humano (telos=fin). Ambas, de una u otra manera dan por supuesto que hay un ideal específicamente humano para el hombre, que éste puede llegar a conocer por medio de la razón. Ejerciendo esta capacidad el hombre puede llegar justificar por qué se deben defender determinados valores o normas. El ideal ético variará según cuales sean las teorías: podrá ser el de comportarse "de acuerdo con lo que le indica la razón", "cumplir la ley universalmente válida", llevar a cabo el "ideal de perfección creado por Dios", la "adecuación a la naturaleza del hombre", etc. En las teorías de la excelencia, el ideal ético es el que juzga qué valor tienen las consecuencias; no al revés, como sucedía con las teorías de la satisfacción.

Entre ellas tenemos:

2A. Eticas formales. a.1 Kant: la moralidad está en hacer lo que establece autónomamente la razón humana que averigua lo que está bien siguiendo toda aquella norma que sea universalmente aceptada. a.2. - racionalismo: Hegel, Fichte, Schelling. Todos de una u otra manera van a decir que el criterio fundamental para juzgar lo que es bueno, es lo que resulta coherente con la racionalidad humana. a.3. Etica del Discurso o de la acción comunicativa: Habermas, Apel, Adela Cortina. Para estos, es "bueno" lo que la "comunidad de acción comunicativa" encuentra como tal, por medio del diálogo igualitario y racional.

2B. La ética intuicionista. Moore admite hechos éticos definitivos. Por ejemplo, decir que mentir es bueno, puede representar un hecho directamente observable como que el cielo es azul. Eso lo capta el ser humano simplemente por intuición. "Si se me pregunta qué es bueno, mi respuesta es que lo bueno es bueno, y con ello se termina la cuestión. O si se me pregunta cómo hay que definir el bien, mi respuesta es que no se puede definir, sin que se pueda decir más al respecto"

2C. La ética valorativa. Max Scheler que postula que todo deber encuentra su fundamento en el valor. Para este autor el valor no se funda en el imperativo categórico universal (el deber) tal como lo plantea Kant, sino a la inversa. Es la norma la que tiene su fundamento en los valores, es decir, la que pone en práctica a los valores. Estos son objetivos, es decir, independientes de la conciencia y pueden ser conocidos porque existe en el hombre una "capacidad estimativa" intuitiva, que le permite al hombre captarlos y así discriminar las acciones buenas de las malas en su práctica ética. Para Max Scheler el valor por excelencia es la persona humana, por eso bien puede incluírselo entre los personalismos éticos.

2D. Etica Aristotélica y tomista. Aristóteles y Tomás de Aquíno. Para la ética clásica y medieval el bien del hombre es realizar el fin o su esencia tal como se puede percibir en su naturaleza. La conducta moral está marcada por la concordancia con ese fin.



B. ANALISIS DE ALGUNAS TEORIAS EN PARTICULAR

Podemos decir que las discusiones éticas contemporáneas se debaten entre algunas de las teorías consecuencialistas y algunas de las deontológicas. Hay sin embargo, varios intentos de justificar una ética que de alguna manera rescate los elementos positivos de ambos grupos alternativos. Entre estos intentos situamos al personalismo ético. Dada la importancia que tienen estos dos polos opuestos de reflexión en la controversia ética contemporánea, nos interesa profundizar con algo más de detenimiento en sus principales corrientes. Finalmente expondremos en qué consiste lo que llamamos el personalismo ético.


B.1. ETICAS CONSECUENCIALISTAS o RELATIVISTAS

Como dijimos arriba los consecuencialismos pueden dividirse en dos corrientes distintas: las de carácter individualista (cuyo principal representante sería el emotivismo) y las de caracter social (cuyo principal representante sería el utilitarismo). Lo único que tendrían en común ambas teorías sería que juzgan el valor de una acción por las consecuencias positivas que ésta pueda tener.


B.1.a. EL EMOTIVISMO Y LA ETICA DE LA POSTMODERNIDAD

Quien puso las bases para esta ética fue Hume (siglo XVII) para quien la razón humana tiene que ver -únicamente- con la verdad o la falsedad de "los hechos empíricos" y por tanto sólo se ocupa de ver los medios eficaces para lograr los fines. La voluntad y los afectos no pueden ni responder ni contradecir a la razón. Un afecto sólo puede ser irracional en cuanto sea un medio falso para obtener un fin, pero como tal afecto no es ni racional ni irracional. Con Hume queda separada la razón de la moral. La razón sólo es una esclava de los afectos que le ordenan que haga una cosa u otra, o que busque los medios adecuados para un fin decidido por la voluntad. De ahí que la moral sea una cuestión de afectos y las reglas morales no puedan ser consideradas como derivadas de la razón. Cuando rechazamos un homicidio no decimos que sea malo porque haya sido contrario a los medios racionales adecuados para que se llevara a cabo tal acto, sino porque tenemos un sentimiento que nos dice que está mal.,

A caballo en las proposiciones de Hume, a principios del siglo XX Ayer -relacionado con la corriente del positivismo lógico en epistemología- piensa que las proposiciones éticas siempre son tautológicas: no informan de nada. Ni son afirmaciones empíricas ni expresan propiedad alguna, natural o no-natural. Simplemente son expresiones emotivas. Su emotivismo ético considera que las proposiciones éticas no establecen nunca lo verdadero o lo falso, sino simplemente "yo abomino esto" o "yo rechazo aquello", o "yo estimo esta manera de comportarme". Para Ayer lo único que cabe en el lenguaje ético es el de expresar o suscitar sentimientos o emociones que tienen fines prácticos. Para el emotivismo, el hecho de que, por ejemplo, haya unanimidad en que la mentira es mala es una cuestión simplemente de las ciencias sociales, pero no de la ética. Solamente da a entender que una comunidad concreta (aunque sea universal) ha concidido en "preferir emocionalmente la verdad". Para Ayer el hecho de que los seres humanos discutan de moral no es más que una discusión de diferentes preferencias prácticas. Cuando se comprueba que el otro parte de otro orden de valores, lo único que queda es el intento de preferencia emocional.
LOS CONSECUENCIALISMOS

"OBSERVA QUÉ CONSECUENCIA PROVOCAS Y SABRÁS LA QUE ES BUENA"


LOS DEONTOLOGISMOS

"JUSTIFICA ARGUMENTATIVAMENTE LO QUE ES UNIVERSALMENTE VALIDO PARA EL SER HUMANO Y SABRAS LO QUE ES BUENO"

De forma parecida a Ayer, para Stevenson la afirmación "esto es bueno" no significa otra cosa que decir "yo lo apruebo, apruébalo tu también". De ahí que las afirmaciones morales no son más que formulaciones que unos hacen para convencer emocionalmente a otros, es decir que el lenguaje moral trabaja con el instrumento de la sugestión. Las manifestaciones morales son instrumentos de los que nos servimos para cambiar las actitudes de los demás y para crear estados mentales en los oyentes.. Al decir "bueno" en el sentido moral, lo que hacemos es decir "esto sentimentalmente me satisface". Para este autor la forma de las preguntas morales sería: ¿Es esta alternativa mejor que aquella?

Podemos decir que el emotivismo como corriente ética es, junto con una sistematización filosófica, una ética sociológicamente preferida por amplias masas de las sociedades occidentales. Podemos caracterizar en 3 sus notas más relevantes:

1ª. Es una concepción pluralista (o "politeísta": hay múltiples "dioses"): porque considera que además de la auto-realización hay otras tantas "buenas consecuencias" valiosas como la amistad, el conocimiento, el coraje, la salud, la belleza, etc. No obstante, ninguno de estos valores puede ser considerado como más importante que los otros y ninguno sería absoluto; sino que todo dependería de las circunstancias y de las emociones del decisor individual.

2ª Es individualista: porque considera que el concepto de "buena consecuencia" puede averiguarse preguntando la definición que de él tiene la persona involucrada; o estudiando las preferencias tal como se ven en los comportamientos que adopta de hecho dicho individuo. De ahí la importancia de las encuestas sociológicas. Para maximizar la utilidad de una persona hay que proveerle de lo que ella ha elegido entre todas las alternativas posibles. Los "individualistas" se diferencian de los pluralistas puestos que estos últimos afirman que hay múltiples valores intrínsecamente válidos.

3ª. Es elitista: porque -a lo más- consideran que lo bueno es aquello que es tal para el grupo o sociedad intersado, pero nunca más allá que eso. El emotivismo es enemigo acérrimo de los "metasistemas" universalistas. Todos los pensamientos son fragmentarios y satisfactorios para grupos o circunstancias particulares.


B.1.b. LOS UTILITARISMOS

Stuart Mill es considerado el fundador del Utilitarismo. El valor ético máximo o último que él defiende es el de la Utilidad. Este concepto se refiere a que las acciones humanas serán consideradas como éticamente "buenas" en la medida que proporcionen felicidad o bienestar; y "malas" en la medida que produzcan lo contrario. En cualquier circunstancia lo que es imperativo será buscar aquella conducta que comparada con otras produzca un mayor dividendo de bienestar para el mayor número. El principio se centra en las consecuencias de los actos más que en las acciones mismas. Ninguna acción está bien o mal en sí misma. Tampoco pueden juzgarse las acciones por las intenciones o deseos del que las hace. Solo las consecuencias son decisivas: romper una promesa, mentir, causar dolor, matar, pueden ser buenas en ciertas circunstancias y malas en otras. En todos los dilemas hemos de considerar aquel que produce el máximo beneficio al menor costo.

La objeción principal que se hace al utilitarismo globalmente considerado es de que el principio de utilidad (beneficio de mucha gente) puede justificar la imposición de un gran sufrimiento a una minoría. Esto va en contra del principio de justicia: no puede ser legítimo que la felicidad de muchos se haga a costa del sufrimiento de unos pocos.

Una segunda objeción es que el utilitarismo se queda sin forma de argumentar con respecto a la eticidad de determinadas acciones humanas. Parecería que es una evidencia universalmente aceptada que matar a un inocente es una conducta éticamente reprobable. Pero si para un determinado individuo es de enorme utilidad matar a un inocente del que la sociedad no podría esperar ya nada ventajoso, el utilitarismo no tendría argumentos para considerar que ese determinado acto es ilícito ya que la sociedad ni se enterará nunca, ni se verá perjudicada.

Una tercera objeción es que el criterio del "mayor número" o "utilidad para la mayoría" es arbitrario y ambiguo. ¿Cuando empieza a ser "el mayor" número?. ¿el 90 o el 80 % de la población? ¿la mitad más 1 o los 2/3? Según el criterio utilitarista, una ley que considerara que hubiese que matar a determinadas personas podría ser considerada "justa" en la legislatura actual (si obtuviera la mayoría parlamentaria) pero "injusta" en la legislatura siguiente, (si obtuviera la mayoría para derogarla). Para el utilitarismo matar a esas personas tendría que ser juzgada únicamente en relación con la aceptación de la mayoría que ejerce el poder de decidir en esa sociedad. No habría otro criterio de discernimiento para los utilitaristas y el mismo acto podría ser bueno o malo no según las consecuencias en sí mismas sino según el poder que tengan las mayorías para calificarlas como válidas.

Una cuarta objeción que está en estrecha relación con las anteriores es la formulada por Rawls en el sentido de que el utilitarismo al preocuparse por maximizar el bienestar para el mayor número, convierte al individuo en un ser sin importancia, es decir lo despersonaliza.

Por otra parte al utilitarismo de tipo nomista se le pueden agregar otras objeciones a las ya señaladas antes:

La primera es que desde el punto de vista racional es una postura inconsistente e incoherente porque no se puede afirmar como válido el principio de utilidad y decir al mismo tiempo que la "mejor" ley siempre debe ser obedecida.

La segunda es que cuando hay conflicto entre dos reglas que comprobadamente traen utilidad, no hay forma de ver cual es la que debe cumplirse. Si el utilitarismo nomista dijese que hay que seguir aquella que da mayor utilidad, entonces ya se sale del concepto de utilidad que ellos mismos establecieron como criterio.

En resumen, las teorías consecuencialistas son todas relativistas, es decir, no tienen un criterio universalmente válido para juzgar las acciones humanas sino que las valoran según las circunstancias en las que se llevan a cabo y especialmente de la simpatía o antipatía que por ellas tengan las personas, los grupos o las sociedades.


B.2. ETICAS DEONTOLOGICAS

Pueden ser reunidos bajo este nombre (deontos: deber) porque mantienen que ciertas características -formales- de los actos humanos, que no son sus consecuencias, hacen correcta o incorrecta una acción. En ese sentido, para la mayoría de los autores deontológicos, hay actos que siempre son reprobables, como por ejemplo el mentir, el matar, el traicionar, etc. También entre las teorías deontológicas hay variedad de corrientes y autores, a los que podríamos caracterizar de la siguiente manera:


Entre ellos el principal exponente es Kant que puede calificarse, sin lugar a dudas, como uno de los más importantes y decisivos autores de toda la historia de la ética.

B2.A. Deontología kantiana.

Para Kant las consecuencias de una acción son irrelevantes. Una acción es legítima cuando está de acuerdo con el imperativo categórico:

"actúa solamente según aquella máxima que puede ser convertida en ley universal". Este criterio es también llamado el Principio de la universalización. Para Kant y sus seguidores, la única manera que tiene la mente humana para saber cómo debe actuar es preguntarse si una determinada ley puede ser aceptable universalmente. Así por ejemplo, no podría ser nunca aceptada por todos los seres humanos una ley que dijese: debes mentir. En cambio sí la que mandase decir siempre la verdad.

Otra formulación que hizo Kant del mismo test es el siguiente: "actúa siempre de forma que los otros sean tratados como fines, nunca como medios". Esto implica que cada persona tiene un valor en sí mismo por el hecho de ser racional, y por tanto posee una voluntad autónoma autolegislante que es inalienable.

Para Kant la racionalidad confiere a cada uno un valor intrínseco. En ella reside la fuente última de la moralidad. El imperativo categórico es un imperativo que debe ser seguido por todo ser humano racional. Sólo una cosa es buena: la buena voluntad. Pero... ¿qué es una buena voluntad?: la voluntad que actúa sólo por el cumplimiento del deber o sea, con máximas que cumplen el imperativo categórico. No es pues el motivo que subyace a nuestras acciones, lo que determina el carácter moralmente bueno de un acto, ni los resultados, ni nuestros sentimientos, sino la universalidad de la norma aceptada por la razón.

De esto se derivarían para Kant, normas como las siguientes:
- independientemente de las consecuencias, siempre está mal mentir
- independientemente de las consecuencias siempre está mal robar

Kant distingue el deber perfecto e imperfecto. Perfecto es el que siempre debemos hacer. Deber Imperfecto, es aquel que sólo es tal en algunas ocasiones, como por ejemplo mostrar amor y compasión. De ahí que hayan también, los derechos perfectos (que siempre deban ser exigidos, por ser universales) y los imperfectos, que no son categóricos.

Hay cuatro características principales en la teoría kantiana:
1. La insistencia en que el ideal de vida para el hombre consiste en la aceptación a ciertas normas o mandamientos expresados en imperativos universales que se mantienen para todos los seres humanos sin excepción (el imperativo categórico)
2. La insistencia de que los imperativos morales son incondicionales: es decir innegociables, no cambiables por otros; absolutos: sin excepciones; supremos: predominan sobre todos los otros imperativos en caso de que existan conflictos.
3. La insistencia de que la voluntad a la que el sujeto se somete no pertenece a otra persona sino a él mismo; y reside en su capacidad de raciocinio, a través de la cual llega a encontrar los principios universales. (A esto se llama autonomía moral).
4. La insistencia especial en ciertos valores éticos como la autonomía, la libertad, la dignidad, el auto-respeto y el respeto por los derechos individuales, que han sido considerados valores esenciales desde la Revolución francesa hasta la actualidad.

Entre los autores modernos que pueden ser considerados neokantianos podríamos situar a Ramsey, Veatch, Engelhardt y Rawls.

Principales objeciones que se le hacen a la ética kantiana:

1ª. En el caso de que haya conflictos de deberes entre dos normas universales igualmente válidas no provee un medio práctico para resolverlos. Por ejemplo, ante el deber de mantener la promesa que puede entrar en conflicto con el deber de ayudar a otro ser humano, Kant no es capaz de resolver este dilema puesto que ambos deberes son imperativos ineludibles e innegociables. Se dice que la moral kantiana es una moral formal pero que no permite resolver los asuntos de la práctica en los que la lucha de intereses son muy concretos.
2ª. El principio de universalización parece insuficiente como criterio de la acción moral puesto que pueden haber normas que pasan el "test de la universalidad" pero que tienen resultados que contradicen la dignidad de la persona autónoma. Así por ejemplo la norma: "toma a los demás siempre como medios y nunca como fines" podría ser aceptada como ley universal en un mundo donde todos fuesen perfectos egoístas.
3ª. Kant afirma que la persona considerada siempre como fin y nunca como medio, es un ser racional y por tanto, autónomo, es decir se da a sí mismo sus principios morales. pero ¿qué pasa con el no racional, con el deficiente, con el que está en coma, con el niño? ¿No merecerían ser considerados dignos de respeto en caso de haber perdido irreversiblemente la autonomía?


B.2.b. Deontología aristotélico-tomista

Nos referimos a los autores que a partir de Aristóteles y Tomás de Aquino consideran que la rectitud de las acciones es algo determinado por la misma naturaleza de las cosas, no por las leyes positivas, costumbres o preferencias afectivas. La naturaleza de las cosas puede ser descubierta por la razón y reflexión pero no es creada por la razón. El ser humano tiene una naturaleza que comparte con el resto de los seres creados y una naturaleza racional, cuya ley es la que debe seguir en sus actos. La razón es la fuente de la moralidad porque es la que descubre a la ley natural que siempre tiende a un único principio: "hay que hacer el bien y evitar el mal". El bien es aquello a lo que tienden nuestras inclinaciones naturales especialmente las de la razón. Con la reflexión sobre cuales son nuestras inclinaciones naturales de tipo biológico, personal y social, el hombre puede establecer un cuerpo de principios morales y reglas que sean iguales para todos los tiempos, pueblos y lugares. Todos los hombres pueden reconocer la ley natural, pero es natural también, reconocer que Dios haya querido revelar de forma explícita a los hombres, cual es el fin de nuestros actos y la plenitud de la sabiduría.

Tanto Aristóteles como S.Tomás, consideran que el ser humano tiene además de una "razón teórica" -que es la que reconoce los principios y normas éticas que están de acuerdo con la naturaleza de las cosas-, una razón práctica que es la que aplica esos principios a la realidad, teniendo en cuenta las circunstancias siempre variantes. Esta aplicación no es algo mecánico sino que supone que el hombre razone prácticamente. Para esto es imprescindible la "virtud de la prudencia", que se va aprendiendo al ver ejercitarla a otros y al ejercitarla uno mismo.

La posición "iusnaturalista" de los aristotelismos y tomismos, sostiene que las acciones no se pueden legitimar por las consecuencias. Para estos autores hay acciones que son inmorales en sí mismas, con independencia de las posibles circunstancias y sean cuales fueren las consecuencias; así, el falso testimonio, la traición a la lealtad y la exclusión de toda procreación, la muerte del inocente, etc.

Sin embargo en la aplicación concreta de la moral a los casos prácticos el iusnaturalismo de Aristóteles y S. Tomás tienen en cuenta las consecuencias positivas o favorables de una determinada acción así como sus respectivos riesgos e inconvenientes. Un ejemplo de esto es el caso de la muerte en legítima defensa. Para el iusnaturalismo matar es siempre malo, aún cuando se trate de matar a un enemigo. Pero si como único camino para salvar mi propia vida, tengo que defenderme matando al que me ataca, está justificado matar, piensan estos autores. Este tipo de solución no deja de afirmar que la norma que prohíbe matar es intrínsecamente buena, pero en un conflicto en el que está en juego la vida de uno o de otro (es decir dos consecuencias opuestas de las acciones) los iusnaturalistas tradicionalmente han aceptado que es justificable defenderse matando. Para esto recurren al Principio del doble efecto. Siguiendo el ejemplo anterior, la primera intención sería recta (defender la propia vida) mientras que la intención de la muerte del otro no sería querida primariamente sino derivada como un doble efecto ineludible del hecho de defenderme. El principio del doble efecto lo que hace es justificar por qué la conciencia de ese individuo que ha matado en legítima defensa, no es culpable de lo que ha llevado a cabo. Pero el hecho de que los autores iusnaturalistas justifiquen que se proceda así, es porque en realidad aceptan que la vida propia es comparativamente más importante "para mí" que la vida de otro.



B.3. LAS ETICAS PERSONALISTAS

Tal como hemos visto en el texto anterior, tanto las teorías deontológicas puras como las consecuencialistas rígidas, tienen serios inconvenientes como para que resulten del todo convincentes, de ahí el esfuerzo de los autores éticos -fundamentalmente desde la década del 50- por plantear una alternativa a esos polos tan irreconciliables entre sí, antes expuestos.

Nos referimos bajo el título genérico de éticas personalistas no a una escuela en particular, sino a un grupo de teorías que parten de la base de que entre todos los valores éticos, la dignidad de la persona humana es el valor esencial o supremo, más allá del cual no se puede pretender otra cosa. Coinciden además en percibir claramente que una ética sólo deontológica es gélida, y una ética sólo utilitarista es ciega. Por otro lado buscan trascender el relativismo talitativo para intentar fundamentar la moral en una base más firme que el mero acuerdo social.

Muchos esfuerzos se han hecho para trascender la fundamentación únicamente formalista por un lado o meramente utilitarista por otro. Sin embargo quisiera señalar que hay dos intentos de fundamentación alternativa de la ética que me parecen los más sugestivos y alentadores en este momento. Uno -con influencias de la Fenomenología de Husserl y del realismo aristotélico-tomista- es el de Zubiri. El otro proviene de la tradición kantiana y es el de Apel (Alemania) y Adela Cortina (España).

Este último planteo es el que expondremos en detalle en lo que sigue porque consideramos que -dentro del amplio abanico de teorías éticas expuestas antes- es el que más satisface las exigencias de racionalidad, coherencia y ecuanimidad.


B3.A. El personalismo de la Etica Comunicativa

Adela Cortina y su maestro Apel siguen la tradición kantiana pero desde una perspectiva bastante novedosa. Si bien la ética de Kant tiene el serio inconveniente de quedarse sin contenidos concretos tiene, en cambio, la enorme riqueza de establecer un criterio definido para encontrar la norma moral (o el valor): aquella ley que pueda ser tomada como ley universal.

Apel busca, pues, una ética que tenga un criterio de universalidad y al mismo tiempo que permita encontrar contenidos concretos aplicables a la interacción humana. Es en el "hecho" de que los hombres interactúan entre sí a través de argumentación, del diálogo, de la discusión, donde estos autores se ubican para extraer de ese "facto" los valores éticos universalmente válidos; es decir, parten de que la "práctica" comunicacional de todos los hombres es el "factum" innegable y universal apropiado para fundamentar los cimientos de la moral. Nadie puede desconocer que todo hombre racional interactúa a través de la comunicación con los demás. Quien quisiera negar ese hecho, ya está argumentando y "practicando" la comunicación. Entendiendolo así, la práctica humana de la comunicación es el punto de partida en la que Apel y sus seguidores creen ver esa base firme para fundamentar una ética que sea al mismo tiempo formal (universalmente aceptada) y material (que permita a los hombres solucionar los problemas de la práctica).

Se ocupan, en consecuencia, de analizar cuales son las condiciones subyacentes a toda acción comunicativa humana que tenga sentido (que sea racional). Así explica Adela Cortina las "pretensiones de toda comunicación racional":
El entendimiento se produce en la vida cotidiana entre hablante y oyente porque en los juegos lingüísticos funciona un consenso de fondo, dado que el oyente parte del supuesto ideal de que el hablante podría justificar su acción. El hablante eleva implícitamente aquellas cuatro pretensiones de validez: -verdad para el contenido proposicional, corrección para el realizativo, veracidad en la intención e inteligibilidad- que constituyen la condición de la comunicación"

Estas "pretensiones de validez del habla" implícitamente suponen que lo que se habla:
1. es inteligible, es decir, el interlocutor es capaz de entender lo que se dice tanto como yo; o, dicho en otras palabras, que es un ser racional capaz de argumentar y dar razones entendibles para todo otro ser humano.
2. es veraz, es decir hay una coincidencia entre lo que dice el hablante y el contenido de su mente. Si no fuese así, estaríamos suponiendo que el hablante dice "incoherencias" o expresa locuciones inconscientes o divagaciones subjetivas. Si supusiésemos esto, no argumentaríamos sino solo escucharíamos pasivamente.
3. es verdadero, es decir, se defiende algo porque se considera que ese "algo" se refiere a lo "real", a algo que "existe" sea en la mente o en el mundo exterior. Si no fuese así no argumentaríamos, nos limitaríamos a escuchar pasivamente la expresión subjetiva del otro sin intentar buscar ninguna verdad común.
4. es correcto, es decir, desde el punto de vista del procedimiento se cumplen las "reglas" válidas y suficientes para el diálogo; lo cual significa posibilidad de intervenir para dar las razones en igualdad de condiciones con los demás participantes de la argumentación. De hecho, si no existiese las garantías procedimentales de este presupuesto no se intervendría en una discusión.

Dice Habermas
"todo aquél que trate en serio de participar en una argumentación, no tiene más remedio que aceptar implícitamente presupuestos pragmático-universales que tienen un contenido normativo; el principio moral puede deducirse entonces del contenido de estos presupuestos de la argumentación, con tal que se sepa qué es eso de justificar una norma de acción"

El hecho de que hayan dos interlocutores que intercambian ideas y discuten en torno a cualquier verdad implica ciertos presupuestos :
1º. El presupuesto de la igualdad. Si se argumenta es porque, de hecho, se está suponiendo que el otro es un interlocutor igual al hablante. De otra manera no discutiría ni dialogaría con él. Por el contrario, o le impondría su ideas o se subordinaría a las suyas.
2º. El presupuesto de la libertad. Si se discute es porque el hablante, al menos implícitamente, reconoce que el interlocutor tiene las mismas condiciones de libertad para entender y aceptar lo que se le propone. Si no aceptara el presupuesto de la libertad, el hablante no me molestaría en discutir, sino que le impondría las ideas o, por el contrario, se subordinaría a las del otro.
3º. El presupuesto de la veracidad. Si se argumenta y se pretende convencer a otro es porque se da por supuesto que es verdadero lo que dice el hablante. Por el contrario, si el hablante sospechara que lo afirmado por el interlocutor no es verdadero, sino una "estrategia engañosa" o un "intento de negociación" su objetivo dejaría de ser la pretensión de alcanzar la verdad a través de la argumentación racional. Abandonada la discusión racional, el interlocutor se limitaría a lograr la seducción o manipulación no racional, aunque siga utilizando la "apariencia" de veracidad. Pero quien se mantiene en una real argumentación da por supuesto que se habla desde la verdad y para alcanzar una verdad.

Tres implicaciones éticas de máxima relevancia se relacionan directamente con estos tres presupuestos de toda práctica comunicacional entre seres humanos.
1. El reconocimiento de que los interlocutores son personas y fines en sí mismas. Esta consecuencia está implícitamente aceptada cada vez que reconozco en el otro la capacidad de argumentar racionalmente igualmente a mí. Así lo expresa Apel:
"Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser reconocidos como personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son interlocutores virtuales, y la justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión"

Esto implica que todo ser dotado de competencia comunicativa es autónomo y por lo tanto debe reconocérsele como persona legitimada para participar efectivamente, sin que nada pueda justificar racionalmente el que sea excluída o limitada en su participación.

2. El reconocimiento de que la verdad se va alcanzando a través de la argumentación y del procedimiento de la discusión de interlocutores libres e iguales.
"...consciente de la finitud de sus intereses y convicciones subjetivos, ha de adoptar una actitud de autorrenuncia, reconocimiento, compromiso y esperanza. Autorrenuncia frente a los propios intereses y convicciones que en virtud de su limitación, oscurecerían el camino hacia la verdad si se impusieran como únicos; reconocimiento del derecho de los miembros de la comunidad real de investigadores a exponer sus hallazgos y de la obligación hacia ellos de justificar los propios descubrimientos; compromiso en la búsqueda de la verdad, porque sólo a través de los participantes reales en una comunidad real, aunque falible, puede hallarse la verdad; esperanza en el consenso definitivo, que es crítica y garantía de los consensos fácticos, y que tiene que ser solidariamente realizado en la línea de una teleología moral...

3. El reconocimiento de que la "verdad" es fruto de la coincidencia en la evidencia encontrada juntos. Se trataría de un tipo de consenso que no es fruto de la negociación estratégica -donde uno cede una parte para obtener una ventaja de la otra- sino una "coincidencia" común en la verdad que resulta de encontrar a través de la argumentación, el mejor argumento.

Estos presupuestos de la "igualdad", "libertad", "veracidad" son llamados presupuestos trascendentales de la argumentación racional puesto que subyacen a toda comunicación humana. Tanto Apel como Adela Cortina afirman pues que en todo discurso humano (independientemente del tiempo y del espacio) siempre hay ciertos "valores éticos" sólidos e incondicionales: la verdad, la igualdad, la libertad.

Pero tanto la verdad como la igualdad de derechos para ser interlocutor en la comunicación es el camino (el procedimiento) para encontrar en la historia humana concreta y sensible, aquellas consecuencias que sean las preferibles como mejores y más humanizantes para todos los afectados en la discusión.

La voluntad racional universal, es decir, lo que todos los afectados podrían querer, sigue siendo el criterio ético fundamental que compruebe cuales son las normas verdaderamente éticas; pero ya no es desde un razonamiento lógico individual sino desde el diálogo real y el cálculo de las consecuencias sopesado en esa interacción comunicativa. Como puede verse, en un mismo principio formal (universalmente válido), está incluido el balance de las consecuencias, que se valoran a través del diálogo deliberativo (acción comunicativa).

Podemos decir pues que el camino que plantean autores como Habermas, Apel y Adela Cortina tiene dos partes:
1ª: Analizando los presupuestos siempre y universalmente implícitos en toda argumentación humana llegan a la conclusión que la verdad, la igualdad de derechos de los interlocutores y la validez del acuerdo, son tres valores indudablemente afirmados como positivos por todo ser humano. Señalar lo contrario sería contradecir no lo que el hombre piensa, sino lo que hace (la acción comunicativa). En eso fundan estos autores que toda persona nunca pueda ser tomada como medio sino siempre como fin.
2ª: Es en esa deliberación comunicativa -en la cual los interlocutores tienen igualdad de derechos para intervenir en busca de la coincidencia sobre el mejor argumento de verdad-, donde pueden encontrarse las consecuencias más "humanizantes" y "éticamente óptimas" de forma que sean justas (tanto en la forma como en el contenido).

De esta manera, se articulan una ética formal (los principios universalmente válidos) y una ética responsable o de consecuencias "humanizadoras" (que responda a necesidades y situaciones concretas). En ese sentido Adela Cortina hace una formulación del imperativo categórico universalmente válido -al estilo de kant- que incorpora lo formal junto con las consecuencias. Y lo hace de la siguiente manera:
"Cada norma válida habrá de satisfacer la condición de que las consecuencias y efectos secundarios que se seguirían de su acatamiento universal para la satisfacción de los intereses de cada uno (previsiblemente) puedan resultar aceptados por todos los afectos (y preferidos a las consecuencias de las posibles alternativas conocidas)"

Lo que todos podrían querer es el criterio para establecer las normas morales, pero ya no desde la razón individualista -como Kant- sino desde la interacción humana argumentativa, o desde la argumentación real que incorpora las consecuencias para los afectados en ese diálogo. Pero debe tenerse muy claro, que el "diálogo" no es lo mismo que "negociación" en torno a intereses comunes, sino el procedimiento racional que permite encontrar "el mejor argumento" posible, satisfactorio para todos los afectados. Y que llegar al "consenso" o al "acuerdo" no es lo mismo que llegar a un "pacto" donde unos ceden para obtener ventajas estratégicas de otro, sino "coincidencia en la verdad" evidente, satisfactoria y convincente para todos los interlocutores.

Adela Cortina concluye que en su perspectiva ética sólo puede defenderse éticamente una sociedad democrática que refleje en los llamados "Derechos humanos" los caminos aptos para la convivencia humanizante.


C. PERSONALISMO ETICO Y DERECHOS HUMANOS.

Los personalismos de diverso tipo coinciden en afirmar que hay un valor ético supremo que es la persona humana tomada como fin y nunca como medio; que, a su vez, sólo puede realizarse como tal, en un proceso de humanización solidaria.

La tradición ética y jurídica de occidente -que se ha nutrido de manera sustancial con la ética aristotélica y tomista- se basa en esta convicción fundamental de la dignidad de la persona humana. En consecuencia no sorprende que la "arquitectura" de la Declaración de Derechos Humanos se estructure en torno a ese valor máximo de referencia; y no se entendería el trasfondo ético-filosófico de la Declaración Universal si no se la interpreta teniendo como clave de su "discurso ético" a la Persona.

La valoración de la Dignidad inalienable de la persona humana es -afortunadamente- una categroría esencial no sólo a las teorías éticas personalistas sino a la gran mayoría de los sistemas jurídicos de los países del mundo. En consecuencia se hace necesario desarrollar más en detallo lo que -fenomenológicamente- aparece a la razón humana cuando intentamos circunscribir esta realidad que llamamos "persona", y a la que reconocemos como valor último de toda eticidad. Sólo así podremos entender después los demás criterios, principios normas y juicios morales desarrollados más abajo.

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